jueves, 23 de mayo de 2013

· Huellas de la ciudad

Desde el primer momento que supe que quería estudiar Publicidad y Relaciones Públicas, en ningún momento  Segovia entró en mi lista como candidata a vivirla. Vengo de otra ciudad de Castilla y León, concretamente León, donde existen muchas carreras, muchos lugares nuevos que descubrir cada fin de semana, mucha magia que los recubre. Se puede decir que vine malcriada de sensaciones; hasta hoy, con 21 años he vivido multitud de ellas y todas tan enriquecedoras que no pensaba que ninguna otra ciudad podría ser semejante.
Y me confundí.
Aquel 20 de Septiembre me confundí.
A día de hoy, 23 de Mayo de 2013 quiero mostrar el cariño y aprecio que le tengo a Segovia.

Con este mini-proyecto muestro desde otro punto de vista el viaje entre León – Segovia.
Respaldada de los hombres de mi vida llegué un 20 de Septiembre de 2012 aquí. Sin nada más. Fue silencioso, largo, sereno, como las cosas bonitas.
De forma impersonal, quiero recalcar la libertad que he tenido hasta el día de hoy. No destaco por vivir agobiada, al contrario, acaricio el asfalto mientras el aire me va frenando el camino de manera disimulada.

Todo fue sobre ruedas. Llegué pisando caminos de piedras (menudas piedras), y la huella más importante que ha dejado en mí Segovia se llama “Balcón de los Capuchinos”, donde contemplo bien alto todo tipo de cambios atmosféricos a lo largo del día.




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